miércoles, 20 de agosto de 2014

La Importancia De Llamarse Aphex Twin

Hace nada ya puse por aqui otra entrada referente a Aphex Twin, ya que ha anunciado nuevo disco inminentemente volvemos a tratar algo sobre el, uno de los personajes mas curiosos que ha dado la electronica.
El fondo verle qie hace tan dificil la lectura soy incapaz de quitarlo, si no ir al enlace de la fuente al final del post y leerlo ahi


1. Acertijos en la noche
No era necesario estar versado en artes proféticas, como los augures de la antigüedad, ni tampoco saber leer los posos del té y las vísceras de los animales -técnicas llamadas, respectivamente, taseomancia e hieroscopia-, para llegar a la conclusión de que un nuevo álbum de Aphex Twin estaba al caer. Con tener un poco de paciencia y conservar la fe en la palabra dada por personas ilustres, como Steve Beckett, el fundador vivo del sello Warp, era suficiente. El problema es que hemos perdido en gran medida la capacidad de tener paciencia, y los lapsos de varios años se nos hacen eternos. Pero al menos desde 2008, cuando Beckett dio unas cuantas entrevistas aprovechando que se iba a conmemorar el vigésimo aniversario de Warp -el de la gran caja negra, repleta de vinilos con temas inéditos y un megamix, un generoso pack de remixes y hasta un libro-, se sabía que algo se estaba cociendo en los fogones de Richard D. James. Beckett dijo algo así como que “Aphex ha pasado hace poco por la oficina y dice que tiene listo material para un nuevo álbum, me ha dejado escuchar parte de él y es increíble”, y desde entonces han pasado seis años, siete desde el último lanzamiento oficial de RDJ, que lo firmó bajo el alias de The Tuss. O sea, que lo de Aphex Twin se sabía, aunque lo hubiéramos olvidado.
Lo que cuesta más asimilar es la distinta concepción del tiempo que tienen nuestros artistas favoritos en comparación con la del usuario de internet, acostumbrado a la urgencia y a obtener su dosis de música en cuestión de segundos. Hay varias razones que explican por qué Aphex Twin ha mantenido en los últimos tiempos periodos de silencio tan extensos. La primera, y más evidente, es que está en esa posición privilegiada en la que puede permitirse hacer lo que le venga en gana sin rendir cuentas a nadie. Una de las muchas leyendas -que son tan verdad como mentira en proporciones equilibradas- que circulan sobre Aphex Twin es que no necesita el dinero que se pueda ganar con los discos o las giras para llevar una vida holgada. Se dice que la morterada que se embolsó al ceder los derechos de The Garden of Limniri -tema incluido en el EP Joyrex J9 firmado como Caustic Window- para un anuncio de televisión de la marca de neumáticos Pirelli fue invertido sabiamente en bienes inmuebles que todavía hoy le dan una renta generosa. Y que salvo sus conocidas excentricidades -el tanque, el submarino y su pasión por los cacharros-, Richard D. James vive como un monje, retirado del mundanal ruido en una ínsula escocesa. Él ha dicho más de una vez que no para de hacer música, pero que le da igual sacarla o no. Desde hace casi una década, la manera más práctica de escuchar material inédito de Aphex Twin era acercarse a alguna de sus sesiones en festivales. Pero Aphex apenas sale de su casa.
Más allá del hecho (perdón por la expresión vulgar) de que le suda la polla si su música se comercializa o no, habría dos matices más que explicarían el prolongado silencio de Aphex, él que fue tan rabiosamente prolífico en la década de los 90 y el epítome del productor rave sonorreico y multiplicado en numerosos alias. En una entrevista concedida al diario El País con motivo de su última visita al Sónar en junio de 2011 -y, que nos conste, la última realizada por Aphex Twin hasta el día de hoy-, el artista le contaba al periodista Daniel Verdú un reguero de datos interesantes, no sin antes apuntar -cáustico y paradójico, para variar- que no daba apenas entrevistas porque “no me gusta que la gente se entere de mis cosas”. Por ejemplo, avisaba de una breve crisis de inactividad -“Pregunta: ¿Cuántas horas dedica durante el día a la creación musical?; Respuesta: Ninguna, por el momento. Los acontecimientos han conspirado contra mí, pero voy a volver al camino tarde o temprano”- y confirmaba la existencia de un archivo generoso de “aproximadamente 600 canciones; también tengo un montón de instalaciones y de ideas preparadas” que daría para compilar, al menos, hasta media docena de álbumes con material inédito. “Tengo algunos más que eso”, explicaba Richard. “Más de 10 o 11 que están ya compilados, y muchas más canciones huérfanas”.
La primera razón por la que Aphex Twin decidió dejar de publicar música con regularidad después de Drukqs (2001) fue, al parecer, la incomodidad que le suponía estar permanentemente copiado por productores de segunda fila. En una entrevista de 2005 antes de actuar en el festival de Monegros de aquel años, Richard me decía lo siguiente: “Cuando haces algo nuevo y fresco, envejece realmente rápido porque siempre ocurre lo mismo: la gente te lo va a copiar, y eso me reprime muchas veces de hacer música 'innovadora' en ese sentido. Así que intento limitar la cantidad de material que publico y lo que sí hago es acumular mucho material sólo para mí mismo”. Pero seis años después, en la entrevista con Verdú en El País, a la pregunta de si había sentido alguna vez que le estaban copiando, la respuesta ya era más relajada: “Sí, fue muy duro de reconocer al principio. Pero ahora hasta me gusta”. La segunda razón se la explicaba también a Verdú: no sacaba nuevos discos porque “no quería que mi ex mujer se beneficiara de ello, así que he esperado a estar divorciado. Ella me estaba robando dinero”. De la vida privada de Richard D. James no se sabe apenas nada, pero cuando estuvo en Monegros hace casi diez años, llegó acompañado de su impenitente ordenador portátil blanco, una antigualla con pantalla en blanco y negro y con un único software diseñado por él mismo para disparar ficheros de audio, y también de su ‘nueva novia’, la misma que ya se había traído al Sónar de 2003 tras romper con su ex mujer. Con la diferencia de que, en 2005, su nueva pareja ya estaba embarazada. Así que entre las últimas ocupaciones de Richard D. James, probablemente esos “acontecimientos que han conspirado contra mí” crípticamente sugeridos en la entrevista con El País, también cuenta la de ser padre, por mucho que cueste imaginar a un sociópata como él aceptando las responsabilidades de la cría y la educación de un hijo.
2. SYRO, o la histeria
Las últimas noticias ya las conoce todo el mundo: Aphex Twin ha anunciado un nuevo disco, y esta vez la secuencia de hechos ha sido más veloz, más acorde con estos tiempos que exigen urgencia. El fin de semana aparecieron sendos zeppelines en los cielos de Londres y Nueva York con el conocido logo de Aphex Twin y rápidamente se dispararon los rumores. El lunes, la cuenta de Twitter del artista, que a pesar de estar verificada sólo ha disparado nueve tuits en cuatro años -cinco propios y cuatro RTs-, comunicaba un enlace que no se podía abrir en ningún navegador convencional, sólo en los de Tor, utilizado en las profundidades de la red, la llamada Deep Web, allí donde campan a sus anchas los traficantes de fármacos, las páginas de pedofilia y los servicios de alquiler de sicarios a precio módico. El enlace de Tor, destripado por los hackers de turno, daba dos informaciones elocuentes: una imagen reconocible -la barba roja y la sonrisa malvada que es patrimonio de Aphex Twin desde la portada de I Care Because You Do, con el añadido del logo en color amarillo- y un despliegue de datos que se corresponde con el título de lo que debería ser su nuevo álbum, SYRO, el sello que lo va a editar, Warp, y el listado de temas con sus respectivas velocidades medidas en BPMs. A partir de aquí se abre la puerta de la especulación.
Datos de interés, por orden. La fecha de comunicación no es casual, tal como nos indica vía Facebook el amigo Aleix Pitarch (del netlabel Hamster Loco y del grupo Híbrida, Nen i Cavall): el 18 de agosto es la fecha de nacimiento de Richard D. James, que por tanto ayer cumplía 43 años. El color del logo y del zeppelin que sobrevoló las dos grandes urbes del mundo anglosajón, ligeramente amarillos, también podrían significar una orientación sonora cercana al acid, que suele ser una de las inclinaciones más satisfactorias en la estética de Aphex Twin. De hecho, desde la publicación de Drukqs, prácticamente todo el material nuevo de Richard D. James, ya sea bajo los alias AFX o The Tuss, ha sido ácido: toda la serie de vinilos Analord, una de sus obras maestras y central en una década completa, la de los dosmiles, que podría haber pasado perfectamente en blanco, y el álbum Rushup Edge, que pasó injustamente desapercibido al acusar lo que antes habría sido una virtud: la confusión sobre si The Tuss era, en realidad, un alias de Aphex Twin o la típica maniobra comercial de Rephlex, que siempre ha jugado a la ambigüedad sobre quién estaba realmente detrás de cada proyecto debutante. Verbigracia, en los 90, se llegó a especular seriamente, por ejemplo, si Squarepusher era realmente un alias de Aphex o una persona distinta. Hasta el día de hoy, tampoco ha quedado claro si Steinvord, que publicó un maxi en Rephlex en 2012, es Aphex Twin o no. La base de datos Discogs, para confundirnos todavía más, simplemente dice que Steinvord es “un artista electrónico de Barcelona, Cataluña, España”.
Los tempos de los tracks podrían apuntalar la idea de que se trataría de un disco en la línea de los maxis de la serie Analord: los beats por minuto oscilan entre los 101 de Produkt 29 -de este tema ya han empezado a aparecer fakes en YouTube; ni caso- y los 102 de aisatsana, hasta los 163.97 de s950tx16wasr10 (earth portal mix), en lo que parece una secuencia de rápido -el primer corte, minipops 67 (source field mix) tiene 120.2 BPMs- a infernalmente rápido, con un par de valles hacia la mitad y un final tranquilo. Lo que invita a especular con que uno de los patrones estéticos del Aphex Twin de Drukqs, aquellas piezas de piano inspiradas en el impresionista francés Érik Satie, habrían desaparecido de la ecuación para centrarse en su lenguaje más atropellado y convulso. Pero esto es todo -y no mucho- lo que se puede intuir de la información exigua difundida a través de Tor: se sabe que lo editará Warp (“todo son falsos rumores, nunca ha habido ningún problema entre Warp y yo”, explicaba en 2005 cuando servidor le preguntaba si era cierta su mala relación con uno de sus sellos de siempre. “Casi todo lo que he leído en internet sobre mí, así como de otras cosas sobre otra gente de las que tengo conocimiento directo, son completamente incorrectas. Es fantástico cuando nadie puede conocerte bien porque no preguntan”.), y se sospecha que después de SYRO podría venir algún disco más. Cuando Richard D. James comienza a editar, lo suele hacer en cantidades generosas: en la etapa AFX / Polygon Window / Caustic Window / Aphex Twin eran varios discos al año; Drukqs fue un álbum doble; “Analord” una serie de 10 maxis de casi media hora de duración cada uno. Con suerte esto podría ser un chorreo, como lo del Liverpool al Real Madrid en aquellos octavos de Champions.
3. La necesidad de un Mesías
Lo más importante de toda esta historia, de todos modos, no son ni los anuncios ni los rumores. No lo son ni las especulaciones ni el rastreo de pistas -algunas de ellas muy sospechosas, como cuando se puso a la venta en eBay, hace un par de meses, el exclusivo prensaje en vinilo del primer álbum de Caustic Window, inédito desde 1994, del que sólo se conocía la existencia de cinco copias en todo el mundo; otras completamente azarosas, como la similitudes entre la portada de Come to Daddy y los carteles electorales del partido político Podemos, con un Pablo Iglesias sospechosamente parecido a Richard D. James circa Windowlicker-. Lo importante no es el qué, ni siquiera el cómo, sino el porqué. El qué era una cuestión de paciencia: se sabía que Aphex Twin tenía música hecha pero la estaba reteniendo analmente como le corresponde a un freak de su magnitud. El cómo no deja de ser una extensión de esa moda de dosificar la información real con artimañas de promoción críptica, al estilo del anuncio del último disco de Boards of Canada, que también siguió el guión de ‘extraños objetos que aparecen y contienen una pista que, una vez estirado el hilo, llevan a una extraña página web con información relevante’, a lo que sucederá un goteo estratégico de datos importantes -fecha de lanzamiento, el primer audio, una gira- según le convenga a Warp. El porqué, en cambio, nos explica muchas más cosas y más profundas.
Salvando casos concretos -y el de Boards of Canada no sería tampoco muy representativo; hablamos más bien del buzz creado con el anuncio del último disco de Daft Punk-, los artistas electrónicos ya no generan grandes corrientes de energía enfervorecida por parte de sus fans. Los anuncios de nuevos trabajos de nombres míticos ya no generan revuelo porque, desgraciadamente, estamos en un momento en el que la sobreabundancia de información rebaja la excepcionalidad de cualquier acontecimiento. Internet tiene algo maligno en su interior: eleva tanto las expectativas que, cuando pasamos a lo real -el disco que podemos escuchar o tocar-, casi siempre se traduce en una frustración, el clásico “esperaba más”. Incluso cuando hay poco margen para que se forme una enorme bola de especulación, como en el caso reciente del EX de Plastikman, el primer álbum en 11 años de Richie Hawtin con este alias, cuesta horrores juzgar la música con una gama de grises equilibrada. Como decían Astrud, todo nos parece una mierda.
Esta expectación monumental se ha empezado a vivir desde el minuto uno con Aphex Twin. Nada más avistarse los zeppelines como si fueran ovnis en el cielo de Londres y NY, a muchos les empezó a borbotear la sangre. Nada más aparecer el tuit con la URL misteriosa sólo legible en Tor, se multiplicaron los RTs y los FAVs a miles. Las primeras webs que difundieron la información -Stereogum y Pitchfork, que pillaron a FACT con el carrito de los helados en aquella gloriosa jornada de lunes- lograron un tráfico asombroso alimentado por el ansia viva de los fans de Aphex, sorprendidos con la generosa descarga de información de una sola convulsión. ¿Por qué Aphex Twin? La pregunta no sería tanto por qué genera él tanta expectación, sino por qué no la puede motivar prácticamente nadie más. No se trata de que Richard D. James haya estado 11 años en silencio, porque no es verdad -Aphex Twin es sólo una faceta de una personalidad creativa en la que los diferentes alias no son apenas distintos entre sí; todo lo de Analord podría haberse firmado como Aphex Twin y a nadie le hubiera chirriado-, sino que las largas ausencias se hacen más dolorosas cuando el fandom que hay detrás es real y sincero.
Ayer, en Facebook y otras redes sociales, parecía como si se hubiera puesto en marcha una competición por ver quién la tiene más larga, es decir, por ver quién es más fan de Aphex Twin. Como no se trata de medir la intensidad de la emoción y el volumen de la discografía acumulada por cada persona en su colección privada, el indicador importante de esta explosión de júbilo es el de la propia fama de Aphex Twin, lo cual es un caso intrigante. Un tipo que se ha tirado la última década sin prácticamente dar ni golpe, que no ha salido de gira porque no le ha dado la gana, que se ha retirado a vivir a una isla de Escocia porque nos odia a todos y no se corta un pelo a la hora de mostrar su desprecio, que no ha publicado discos porque no le ha salido de ahí o porque no quería perder dinero en derechos de autor, que podría estar editando con regularidad pero ha preferido hacerlo con exclusividad, es a día de hoy el último gran héroe verdadero que le queda a la música electrónica tal como la entendimos hace dos décadas (y media). En épocas de sobreinformación, el misterio contiene un valor extraordinario. Nadie lanza confetti cuando se anuncia un nuevo disco de Squarepusher o Autechre, incluso la moderación es controlada si lo hace Plastikman -habría que ver qué ocurriría si el nuevo disco fuera un nuevo DE9 de Hawtin, que es lo mismo, pero para los fans jóvenes que nunca han escuchado el Muzik no lo es-. Ocurrió con Daft Punk porque Daft Punk es una formación veterana que ha trascendido los propios límites de la música rave, pero no ocurriría si hubiera un nuevo anuncio de Orbital, Underworld o incluso de The Prodigy. El paso del tiempo ha convertido a los veteranos en dinosaurios y sobreviven los que han podido esconderse en las cuevas, como pequeños mamíferos.
Por eso, Aphex Twin resiste. Llamarse Aphex Twin es importante: su nombre aún transmite ideas de violencia, irritación, riesgo, velocidad, extravagancia, futurismo, delicadeza y exclusividad, tantos valores de la música electrónica desperdigados entre decenas de artistas interesantes, pero nunca reunidos en uno solo. En realidad, Aphex Twin sólo ha tenido un hit que justifique su dimensión masiva (Windowlicker, por supuesto, que le abrió las puertas del mercado norteamericano y apuntaló su condición de clásico inmortal en el resto del mundo, y hablamos de 1998, el año en que Zidane ganaba mundiales), pero su figura ha trascendido más allá de la música, se ha vestido con un aura personal. En los 90 se le identificaba con todos los rasgos de la genialidad en un momento en el que había superávit de genios -le llamaban el Mozart del ambient, por su prolificidad y juventud-, y en 2014 es lo único que nos queda catalogable como genio cuando el grueso de la música electrónica está bajo sospecha por culpa de tanto pulsador de botones, paquirrines y caraduras.
Habrá que esperar a escuchar para juzgar, y lo mejor es hacerlo sin expectativas, sin ilusiones, simplemente con los oídos limpios, el cerebro relajado y el corazón en reposo. Pero es difícil hacerlo cuando se tiene la sensación de que nos jugamos mucho, y de que quien tiene que salvarnos es alguien carente de afectos. Bajo el anuncio de SYRO late un deseo peligroso: que el nuevo disco sea una obra maestra que cambie las reglas del juego. Es lo mismo que se esperó de Drukqs, y fue frustrante, pero aquella era una etapa más fértil y más porosa, donde había más margen para los fracasos o las decepciones -que conste que Drukqs fue un álbum excelente y lo sigue siendo, pero ya en 2001 se exigía de él muchísimo más de lo que en realidad era-. En 2014, volvemos a esperar lo mismo, y probablemente el regreso de Aphex Twin sea un chasco, porque sea lo que sea, sea tan bueno como sea, el inconsciente colectivo (en el sentido jungiano de la expresión) espera de él un redentor, cuando a Richard D. James en realidad se la suda redimir nada, ni a nadie. Sin duda, es un Dios. Pero un Dios cruel al que poco le importan los asuntos de los hombres en una época en la que la música electrónica necesita, en verdad, y con extrema urgencia, encontrar a su nuevo Prometeo -¿Actress? ¿Burial? ¿dónde está?-. O sea, alguien que de nuevo robe el fuego sagrado y nos lo haga llegar, vivaz y ardiente, para que todo vuelva a empezar de nuevo.

Fuente: http://www.clubbingspain.com/especiales/2014/08/la-importancia-de-llamarse-aphex-twin.html

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