La banda (su nombre significa "central eléctrica"), fundada en 1970 por Hütter y Florian Schneider, aterriza en Barcelona con un show en 3D que desató la locura en sus tres anteriores paradas. A su paso por el MoMA las entradas llegaron a revenderse por 2.000 dólares o a cambiarse por una ardiente noche con una pareja de swingers. El espectáculo es un recorrido actualizado y digitalizado durante ocho noches por ocho de sus álbumes (en el caso de Sónar, se hará una selección, también en 3D). “El catálogo”, lo llama Hütter. Todos los discos que editaron a partir de Autobahn, publicado en 1974 y origen de la narrativa de la música electrónica moderna. Un universo poético construido alrededor de lo cotidiano. “Etnomúsica”, prefiere llamarlo Hütter por su utilización del entorno. Lo más parecido a aquello era lo que hacía el transexual Wendy Carlos remodelando a Bach con un sintetizador Moog.
“Podría decirse que inventamos ese lenguaje. Nuestra generación en Düsseldorf carecía de una música contemporánea que hablara del presente. Había música clásica, música de bares… pero ninguna utilizaba el lenguaje de la vida cotidiana. Tuvimos que desarrollarlo a finales de los 60 y a principios de los setenta. Autobahn es el primer álbum que lo introducía. Como luego hizo el rap”, dice tarareando el famoso “fahrn, fahrh, fahrn, …” del single.
David Bowie, New Order, Jay-Z, Coldplay o Afrika Baambaata han bebido de su obra
Un alumbramiento producido en los útlimos tiempos entre las paredes de museos como el MoMA y la Tate Gallery. “Cuando empezamos a finales de los 60, casi solo tocábamos en galerías o museos en un ambiente de libertad artística con nuestros amigos de Düsseldorf. No venimos de una escena musical, sino del arte. Pero durante muchos años hemos estado girando por salas de conciertos y teatros. Recibimos esta petición del museo de Múnich, del Moma y la Tate para presentar el catálogo en retrospectiva. Fue como volver a esa época”.
Pero las reverencias actuales fueron aceradas críticas al principio. Su aseado aspecto y nacionalidad contribuyeron a ello. A Hütter llegaron a preguntarle en su momento si su trabajo era “la solución final de la música”, en referencia a los métodos nazis y como metáfora de la aniquilación del arte musical. “¡Apartad a los robots de la música!”, lanzó un crítico del Melody Maker. “En los 70 estábamos aislados, atacados o menospreciados por la escena de música tradicional o los medios. Hubo mucho rechazo por ignorancia. Pero ahora todo el mundo tiene su ordenador y su móvil, se puede hacer música con ellos, y lo entienden perfectamente”, suelta Hütter con cierto tono de venganza.
Alguien creyó que las emociones, esa cosa tan difusa y a veces tramposa para referirse a la música, no podían relacionarse con la tecnología. Gran error. “Las máquinas están llenas de emoción, son muy sensibles. Nuestros ordenadores o sintetizadores tienen un rango de frecuencias de 20.000 a 22.000 hercios. Mucha más sensibilidad que los instrumentos del pasado. Además, tenemos más medios de expresión con las imágenes que nosotros mismos construimos. Muchos más que tocando un piano o un violín de cuatro cuerdas. Con la electrónica, todo es posible. Tiene solo que ver con la creatividad del compositor”, explica Hütter.
Cuando el pop se lanzaba a la caza de nuevos ídolos, Kraftwerk se opuso frontalmente al culto a la personalidad que configuraría los pilares del pop y la industria del videoclip. Se adelantó también a las modas pasajeras en algunas estrellas actuales de ocultar el rostro para subrayar la autonomía de la creación. Pero para ellos era distinto. Una cuestión casi fabril. “No nos interesaba tanto eso, sino el proceso creativo que ideamos para Kraftwerk: la semana de 168 horas. Para nosotros es una situación constante de trabajo: el hombre y la máquina trabajando en la música. El resto, el culto a la personalidad, es algo históricamente muy aburrido".
Con la creación del Kling Klang Studio en Düsseldorf (que hoy llevan dentro de sus ordenadores) fundaron también una manera de hacer en la industria musical: el famoso hazlo tú mismo, que en los últimos tiempos ha revolucionado (o aniquilado) el negocio. “Nosotros lo hicimos obteniendo los ruidos de lo cotidiano”, recuerda. Hoy están abiertos a la influencia de quienes nacieron al calor de su idea. Incluso en la pista de baile. Y preparan (aunque lo lleven diciendo años) un nuevo álbum. “Trabajamos en canciones. Saldrá temprano, pero de momento estamos concentrados en el catálogo”. Así que si les ven, no les distraigan demasiado.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/07/actualidad/1370616930_511682.html
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