viernes, 28 de junio de 2013
25 Años Del Verano Del Amor
Desfase ácido. Una colorida multitud lo flipa en la sesión Spectrum del Heaven londinense, año 1988.
EMPEZÓ EN IBIZA
En 1987, cuatro jóvenes británicos decidieron pasar dos semanas de vacaciones en la isla. Eran Johnny Walker, Danny Rampling, Nicky Holloway y Paul Oakenfold. Querían celebrar el 22 cumpleaños de Oakenfold. No había dinero, pero consiguieron pases gratis para el club Amnesia. “Esa noche pinchaba DJ Alfredo y deconstruyó todos los géneros”, contarían después. Mezcló electrónica, The Cure, los ritmos hipnóticos de los Woodentops, Europop y Peter Gabriel, entre muchas otras cosas. Los cuatro probaron una nueva droga llamada éxtasis, que se vendía en cápsulas blancas y naranjas. DJ Alfredo era un argentino exiliado a España. Como por casualidad, inventó el concepto after-hours: “Comencé a pinchar en invierno y durante meses venía tan poca gente que ponía discos para los camareros. Una noche tardaron en pagarme mis 5.000 pesetas y mi novia me dijo que siguiera pinchando mientras ella iba a pedir el dinero al encargado. La gente que salía de la discoteca Ku pensó que seguíamos abiertos: la primera noche se acercaron 100, la segunda 500. Propuse ampliar horarios” (DJ Mag, junio de 2007). Arrancaba en Europa una nueva forma de divertirse, donde las clases populares podían exprimir su tiempo de fiesta, tanto como les exprimían a ellos en la oficina.
GAYS BAILANDO CON HOOLIGANS
De vuelta a Londres, los cuatro ingleses se dedicaron a extender el evangelio por los clubes de la ciudad. Sabían que, como mínimo, podrían contar con los británicos que quisieran prolongar la jarana de sus vacaciones baleares. Lo que no esperaban era encender una revolución que haría bailar juntos a gays, hooligans, parados de la era Thatcher y pijazos de toda la vida. “El MDMA nos hizo superar la tradicional reserva emocional de los ingleses. Estábamos socialmente condicionados para la homofobia, pero todos los prejuicios sexuales y raciales se desvanecían en una hora. El MDMA hizo más por el multiculturalismo que todas las iniciativas del gobierno”, afirmaría el periodista Wayne Anthony (MixMag, agosto de 2008). La multiplicación de las raves llegó a ser debatida en el parlamento con el eterno argumento de “están destrozando a nuestra inocente juventud”. A finales de 1992, apareció la Criminal Justice Bill que castigaba con mucha dureza las fiestas ilegales y utilizaba los términos “rave” y “música repetitiva”. Piers Sanderson, director del documental High on hope, explica a ROLLIN STONE que “la escena era hedonista, pero también tenía un fuerte componente político. Se recuperó el sentido comunitario de la clase trabajadora en unos tiempos donde el gobierno de Thatcher imponía el individualismo radical y la exclusión de las clases populares”.
HISTERIA POLICIAL
No hablamos de un simple debate cultural. Scotland Yard creó una unidad especial dedicada a perseguir las raves. Andy Weatherall, DJ y productor de Primal Scream, compartía esta anécdota en 2008 en el camerino de la sala Low (Madrid): “Lo que más molestaba a la policía era no pillarlo. Mandaban agentes de incógnito con cámaras y al día siguiente repasaban los vídeos en un cuartucho de la comisaría. No entendían nada. Al principio la gente sólo quería divertirse y fueron las autoridades quienes lo convirtieron en un problema político con tanta persecución”. El año 1988 fue bautizado como “el segundo verano del amor” por un sentimiento hedonista y empático que recordaba a los hippies del 68. En Inglaterra, el tabloide The Sun comenzó ofreciendo en sus páginas camisetas con un Smiley, para luego virar 180 grados y demonizar todo lo que tuviera que ver con el acid. Otros diarios sensacionalistas le siguieron con titulares apocalípticos tipo: “Inglaterra invadida por las pastillas asesinas” (The Star). La culminación de este período se produjo en mayo de 1992 con la rave de Castlemorton. Hablamos de un fiestón legendario: duró una semana y atrajo a 40.000 personas. Este desafío extremo fue contestado con un aumento de la represión policial, en algunos casos ultraviolenta.
"LA ESCENA 'RAVE' ERA HEDONISTA, PERO TAMBIÉN TENÍA UN COMPONENTE POLÍTICO"
PELOTAZO COMERCIAL
El acid fue mucho más que una corriente subterránea. El sonido empapó al público masivo. En las listas de ventas de media Europa arrasaron piezas como We call it acieed (D Mobb), French kiss (Lil Louise), Theme from S’Express (S’Express), The only way is up (Yazoo) o Pump up the volume (M/A/R/S/S). Los superventas del momento también se apuntaron a la fiebre, como demuestran las bases de Love house (Samantha Fox) y Tripping on your love (Bananarama). Los directivos de la BBC Radio comenzaron a inquietarse al recibir tantas canciones con la palabra acid en el título. Su previsible decisión final fue censurarlas. El verdadero salto al gran público se dio en 1989 gracias a esta contrapublicidad. Miles de jóvenes británicos debieron pensar que si la BBC, la prensa sensacionalista y Scotland Yard estaban tan en contra de algo, por fuerza tenía que ser divertido. En la ceremonia de clausura de Londres 2012, más de veinte años después, las raves fueron rehabilitadas como parte del legado musical británico.
FALLO DEL SISTEMA
No olvidemos explicar los orígenes. El pionero del house fue Frankie Knuckles, cuya fama llegó al extremo de poner su nombre a una calle de Chicago. En 1983, Ron Hardy le sustituye como DJ residente de The Music Box. Las mezclas de Hardy eran mucho más brutas, además de incluir elementos ajenos a la cultura gay del momento, como la electrónica europea o el sonido industrial, que atrajeron también a un público negro heterosexual. El ingrediente secreto fue la falta de medida de Hardy, que dormía en la cabina mientras se hacía cargo de sesiones de 72 horas. Corría el año 1987 y el house vivía una revolución dentro de la revolución: el acid-house. Lo bautizaron DJ Pierre, Spanky y Herb J con su tema Acid trax (conjuntamente firmado como Phuture). “Lo llamamos acid porque me sonaba al viejo rock ácido con un ritmo de fondo. Al principio titulamos la pieza In your mind [en tu mente], porque al escucharla se te quedaba un eoweoweow metido en la cabeza” (declaraciones de Spanky a la revista Ladinamo, septiembre de 2005). El sonido característico del acid nace del secuenciador Roland 303, que intentaba imitar un bajo real, pero fallaba estrepitosamente en el propósito, creando texturas totalmente nuevas, mejores de lo esperado. El individualismo estadounidense y menor tolerancia con el consumo de drogas impidió que la escena cuajase en el país.
POTENCIA POLÍTICA
Isidro López, sociólogo, explica el voltaje político del género: “En Occidente aún vivimos bajo el influjo del acid house y las raves. La mayoría de la gente no lo ve como algo político o comprometido, porque para calificar a un artista de “político” solemos fijarnos en lo que “dicen” sus letras, pero es igual de importante lo que la música “hace”, las relaciones sociales que propicia. Montar una fiesta techno autogestionada supone recuperar espacios muertos de la ciudad, insuflarles vida y comunicación, aunque sea de manera temporal”, remata.
Fuente: http://rollingstone.es/specials/view/25-anos-del-verano-del-amor
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario