Esta entrada no se si tomármela a broma totalmente o quizás tenga algo mas de seriedad de lo que aparenta, aun así como curiosidad la he decidido subir al block para que os echéis unas risas o para que os intrigue, juzgar vosotros mismos.
Desde hace unas semanas circula la noticia de un álbum raro de Los Beatles. Digo raro, y no mágico y misterioso, porque ya saben con cuánto cuidado conviene analizar las evidencias. La historia es así: la tarde del 9 de septiembre pasado, James Richards (seudónimo) viajaba cerca de un sitio llamado Del Puerto Canyon, al oeste de Turlock, California. Como su perro, su único acompañante, comenzó a mostrarse inquieto, detuvo el coche a un costado de la ruta por si necesitaba hacer sus necesidades. En eso, un conejo llamó la atención de la mascota, que salió disparada para darle caza. James, que conoce la perseverancia del animalito, se unió al tren. En medio de la persecución nuestro hombre tropezó y cayó desmayado. Cuando despertó estaba en un living con la cabeza vendada y su pichicho al lado, moviendo la cola. Cerca de allí, un hombre alto, de cabello negro y algo impresentable que dijo llamarse Jonas, le preguntó cómo estaba. Miró a través de la ventana y el paisaje era irreconocible. “¿Dónde estoy?”, le preguntó a Jonas. Desde ese momento, la concepción de Richards de la realidad se puso patas para arriba. Su ángel salvador había resultado ser un viajero interdimensional que decidió intervenir para prestarle ayuda. Le explicó que había infinidad de Tierras paralelas, que lo había llevado a la suya hasta que se pusiera mejor y le dio abundantes detalles del planeta en esa otra dimensión.
INCREÍBLE SOUVENIR. Mientras conversaban notó que en esa realidad paralela las cosas sucedían de un modo parecido, pero con ligeras diferencias. Otras no tan ligeras, bueno. En un momento, a las perdidas, Jonas le cuenta que su hermano acababa de volver de un concierto de Los Beatles. “¿Quieres decir que aquí todavía están juntos?”, preguntó. Sí, contestó Jonas, y le mostró una estantería llena de casetes. Vio algunos discos conocidos, como Sargento Peppers, pero la portada lucía algo diferente. También vio otros títulos totalmente desconocidos. Le pidió una copia, para traer a nuestro mundo, y a Jonas le cambió el humor. “¡No, nada de fotos, nada de recuerdos, nada de cintas, nada!”. Le explicó que, si se lo permitía, algo malo podía suceder. Richards dejó de mostrarse interesado y cambió de tema. Pero no bien su anfritrión se distrajo metió uno de los casetes en el bolsillo. “No soy el tipo de persona que va a pasar por todas estas cosas en un mundo paralelo sin tomar algo para demostrar mi experiencia”, explica en el web site The Beatles Never Broken Up, donde cuenta la historia completa. Como sea, Jonas lo acompañó hasta el portal dimensional y, en instantes, Richards ya estaba junto a su auto. Otra vez en la Tierra.
EL CALVARIO. James Richards (quien asegura preferir el anonimato por temor a represalias de la otra dimensión), es uno de los pocos protagonistas que ha regresado de una experiencia paranatural con pruebas concretas. En este caso, el único disco de Los Beatles grabado en una realidad alternativa, una Tierra II donde el grupo no se deshizo, Mark Chapman no leyó El guardián entre el centeno y George Harrison sobrevivió al cáncer. Otro mundo donde Paul McCartney parece haber sido incapaz de componer “Yesterday” y la banda aceptó a Yoko Ono como quinto beatle.
El título del álbum en cuestión es Everyday Chemistry (algo así como Química Cotidiana) y Richards, o como se llame, lo subió entero a la red, no sea cosa de resultar acusado de lucrar con una obra cuyos derechos son, por lo menos, materia controvertida. Por cierto, pocos le creen. Richards no los culpa. “Todavía tengo problemas para creer lo que me pasó. Yo no esperaría que usted me creyera, seguro que yo no lo haría, por eso tomé la cinta como prueba de que mi experiencia fue real”, explica. Los lectores que comentan las notas publicadas en cada medio anglosajón que se hizo eco de la novedad le saltan a la yugular: de todos los adjetivos que recibió, “charlatán” y “tarado” son los más cariñosos.
Si bien Los Beatles me fascinan, admito que lo mío no es la crítica musical. Pero me preocupó que nadie sometiera al disco a una evaluación ponderada. No para saber si alguien puede volver con un casete de Los Beatles de un universo paralelo, pero sí para pensar en cómo deberían sonar en una realidad donde siguen juntos. Para remediar esto convoqué a mis amigos Daniel Riera, por años crítico de rock en la edición argentina de la revista Rolling Stone, y a Alejandro Borgo, a este último no por su militancia escéptica -faltaba más- sino por sus conocimientos sobre la historia de Los Beatles y por ser un intérprete exquisito de sus canciones.
Escuchar Everyday Chemistry
NUESTROS BEATLES SON MEJORES
Por Daniel Riera
No sé si es una buena noticia que exista una banda llamada “Los Beatles” en otra dimensión. Por lo menos, no me queda claro luego de haber escuchado su casete (en esa otra dimensión, sigue siendo el soporte sonoro favorito de los usuarios) Everyday Chemistry. Los Beatles de la otra dimensión se llaman John Lennon, Paul Mc Cartney, George Harrison y Ringo Starr, igual que los nuestros. Pero no son iguales: en Everyday Chemistry queda clarísimo. James Richards, el hombre que importó el casete de aquellos Beatles (que todavía hoy siguen tocando allí donde viven), no aclara si la banda grabó allí un álbum parecido a lo que de este lado conocemos como Album Blanco (aunque su verdadero título sea The Beatles). Si así fuera, uno deduciría que aquellos John, Paul, George y Ringo han decidido profundizar en la senda experimental iniciada con “Revolution 9”. Aquí hay cintas invertidas, caos sonoro, muy poco de lo que en esta dimensión denominaríamos “canciones”. Para aquellos que gustamos de la música de “nuestros Beatles”, este es un problema. Porque si algo hacían bien “nuestros” Beatles, era precisamente… ¡canciones! En ese revoltijo sonoro que es Everyday Chemistry, podemos identificar sin dificultad fragmentos de temas de lo que aquí conocimos como Wings, como Band On The Run, o de la carrera solista que Lennon desarrolló en nuestra dimensión, como Isolation. Al no haberse separado jamás, aquellos Beatles fueron teniendo ideas con algún punto de contacto con las que se le ocurrieron a “nuestros” Beatles cuando se convirtieron en solistas. El problema es que en la otra dimensión no lograron desarrollarlas como lo hicieron en este: se disuelven en un collage monótono que por momentos evoca más a los Residents que a “nuestros” Beatles. Ignoro qué representa este álbum en la carrera de la legendaria banda que existe y hace música en otra dimensión. Si todos sus discos son como Everyday Chemistry, no tengo ninguna duda de que “nuestros” Beatles son muchísimo mejores.
UN REGRESO A LA NADA AUTORAL
Por Alejandro Borgo
No suenan a temas compuestos y desarrollados de acuerdo a ideas centrales. Un pedazo de letra por acá, una voz por allá, una base rítmica que se repite. No parecen temas que tengan una línea melódica y armónica coherente. Se deben haber renovado bastante en esa realidad paralela, porque no parecen Los Beatles. Pero ellos eran así, innovadores. Lamentablemente, este disco marca, yo diría, una involución. Comparado con la última obra conocida grabada por Los Beatles, Abbey Road, este disco representa una verdadera regresión a la nada autoral. Igualmente, resulta grato saber que se mantuvieron en actividad, volviendo a ingerir gran cantidad de drogas psicodélicas al componer y grabar. O tal vez una suerte de Alzheimer prematuro les afectó la creatividad y balbucearon aleatoriamente lo que recordaban de sus vidas anteriores.
Fuente: http://magiacritica.wordpress.com/2009/11/27/james-richards-los-beatles-siguen-de-gira-en-un-universo-paralelo/
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