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A pocos metros de donde encontramos la gran distribuidora juguetera Toys R Us, en pleno barrio de Montigalà en Badalona, se zambullía una de las discotecas más peculiares de la primera mitad de la década de los 90. Nos situamos. Nos encontramos en un momento peliagudo en Barcelona que es clave en la reformulación de la ciudad que se extenderá hasta nuestros días. La ciudad acaba de situarse en la pole position de todos los mapas mentales del mundo mundial una vez se acaban los Juegos Olímpicos, para asomarse a un futuro incierto y que auguraba lo que estaba por llegar a la capital catalana. Aposentaba su futuristas reales en una zona que hasta mediados de los 80 había sido un espacio cerrado al tráfico por el que paseaban niños por un circuito cerrado urbano para los niños de la època de más de un kilómetro de longitud. Las reticencias de los comerciantes de la zona no pudieron parar un chorreón de capital privado con el que se enraizaron en la zona grandes distribuidores por todos conocidos como Ikea o Continente.
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Y Gran Velvet. La discoteca más grande de la época. La de las cifras mareantes. La discoteca por entonces conocida como la de los 1000 millones de pesetas (que es el precio que le costó al Barça el fichaje de Maradona en el 82). Se hablaba por entonces de un láser que costó un millón de pesetas y de sus 35.840 watios de potencia de sonido (una potencia acústica en pista deunos 11.000 vatios). La discoteca se erigía en escorzo por entre las carreteras del medio oeste periférico barcelonés con la forma de un submarino que parecía emerger de las profundidades del pasado para llevarnos en su lomo al futuro más radiante con el que escapar de la resaca olímpica. Lo que viene a ser que un chaval que se hubiera críado con la bicicleta en aquellas carreteras -ahora que hemos perdido la calle ese circuito sería un lujo asiático- ese plan de urbanizar y comercializar el espacio le permitía pasar su juventud en la discoteca de los mil millones. Suena a plan diabólico que se empieza a gestar en el diseño, una parábola de su maldición. Porque el submarino volvió por donde había emergido para hundirse en el mar embravecido de las deudas y las dudas post-olímpicas de toda una ciudad y su sentir general. El navajazo que está por llegar rajará la barriga de la ballena de los huevos de oro.
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Vídeo promocional:
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La herrumbre y las ruinas del coloso poligonero de la noche del Barcelonés Nord estuvieron a la deriva durante muchos años. En noviembre, pero de 2010 la discoteca desaparecía ante la atenta mirada de unos cuantos curiosos y fans a los que la discoteca abrió sus respectivas adolescencias en canal. Hasta hace muy poco reposaba en Youtube un vídeo en el que un cliente regular de la época dorada de la discoteca se metía por entre las ruinas de la discoteca para enseñarles los rincones más significativos de la misma. Como aquellos lavabos en los que los que se aliviaban de las aguas mayores podían admirar la pìsta a través de una cristalera mágica que te mantenía a salvo de miradas indiscretas. Filigranas de la una época en la que las discotecas más seguían siendo las de la ruta del Bakalao. Unas discotecas que como pudimos leer no hace mucho en El Mundo acabaron corriendo una suerte parecida. En su época gloriosa, llegaban autocares copados de gente de diverso pelaje a aquel desierto fronterizo entre Badalona y Santa Coloma donde destacaban los templos del consumo por encima del pedregal.
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Esta especie de Florida135 del cinturón rojo de Barcelona se inauguró a finales de noviembre de 1993. Por aquel entonces los medios de comunicación de la época andaban escandalizados con el juicio a dos niños de once años que habían asesinado a otro más pequeño de dos en Liverpool. Los Balcanes se desangraban y la ONU hacía llegar la ayuda humanitaria a Bosnia después de una parada forzosa de 30 días por el asesinato del chofer danés de un convoy humanitario. El Tenerife perdía en la UEFA contra la Juventus y el juez del Tribunal Superior de Los Ángeles citaba a juicio a Michael Jackson por presuntos actos deshonestos a un niño. El sarao con el que dio inicio el ajetreado trayecto de la discoteca de los 1000 millones de pesetas contó con la participación de los celebrities televisivos de la época, el ya fallecido prestidigitador Pepe Carrol y un Chikito de la Calzada que por entonces se encontraba en el climax de su carrera televisiva. “La nave va a despegar”, era la máxima con la que se iniciaban las sesiones de Gran Velvet y sus cinco mil metros cuadrados por los que pasaban hasta tres mil personas cada fin de semana. Unas sesiones que iniciaba Paco Pil con una cantinela que se convirtió en guiño esperado de todas las noches: “Y al tercer día el semidiós despertó, creando el espacio dimensional donde ahora os encontráis... Abre tu mente, sincroniza tu energía con la del universo, ahí encontrarás las respuestas de todas tus preguntas... el inicio de un viaje hacia el centro de las fiestas, el corazón de la galaxia, el lugar más excitante del mundo... Gran Velvet, Gran Velvet, preparados que la nave va a despegar...". Al final resultó que el submarino pasó de anfibio a avión a reacción con un remedo de estilos triturados por el mainstream: eurobeat, trance, hardcore con muchas cantaditas -uno de los hits sonaba a hip house: ‘Don't Stop Wiggle Wiggle’ de The Outhere Brothers- que acercaban las ascuas más a una especie de makina tan fagocitadora como edulcorada que al sonido rave más adusto.
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Gran Velvet - Eurodance Vol 1 Gran Velvet - Eurodance Vol. 2 |
La discoteca nace como sueño húmedo de un empresario de la noche llamado Gumersindo Adán, propietario del Velvet Bar, uno de esos garitos de rancio abolengo de Balmes con Via Augusta en el que se escucha música para todos los públicos de entre los 60 y los 80. El proyecto cuenta con el apoyo del grupo de comunicación Zeta con promociones constantes de todo tipo en la revista ‘picantona’ del conglomerado mediático, Primera Línea. En los medios de comunicación se hablará que es el arquitecto Alfredo Arribas el encargado de diseñar y construir la sala en una obra que incluso tendrá candidatura en los premios FAD, uno de los más importantes en arquitectura de toda la península. El diseño de talla XXL de locales como el Nick Havanna llegaba al extrarradio de Barcelona. En lo musical, de aquella manera, por la discoteca pasarán locutores estrella de Los 40 Principales como Tony Aguilar que pincharán los temas de eurobeat de la época que regaban con su speech de FM más enrollada. Un buen rollo que se iría diluyendo con el tiempo ya que la música comercial y el efecto llamada de la discoteca atraerán a gente con múltiples intereses nocturnos y muy poca paciencia. En la Nochevieja del 95 se produjo un apuñalamiento en los aledaños del recinto. Se pidieron 33 años de cárcel por el asesinato que negó el acusado en el juicio. La noticia aparece en los medios generalistas. La discoteca empieza a tejer la tela de araña de su infortunio.
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Sesión de abril del año 96
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Sesión de octubre de 1996
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En 1997 otras siete puñaladas, esta vez en los lavabos del local, acaba por herir de muerte al proyecto que empieza a luchar contra una mala fama y una mala sombra que no serían capaz de esquivar posteriores intentos de reflotar el proyecto que cambiará de dueños. Al efímero paso de la nueva discoteca Orbital le seguirá en 1998, una oferta para convertirse en el plató de televisión del programa de varietés La noche por delante que presentaba el ínclito Jordi González y que pasó sin pena ni gloria por la parrilla. De ahí la cosa degeneró en una especie de cabaret inclasificable que se llamó Golden Club y de ahí a un after llamado Vértigo que daba ídem entrar con una trayectoria en el tiempo que no hizo más que alargar la agonía del gigante de hierro. Un estertor que duró más de diez años con la discoteca ventilando sus ruinas ante la mirada de unos fans que no la olvidan. De vez en cuando se siguen celebrando fiestas en memoria de la discoteca en locales del Polígono Can Ribó que precisamente fue una de las zonas destinadas al recreo nocturno más concurridas de la ciudad desde que Gran Velvet no preside las noches de Montigalà,con esa carpa con la que seguía su travesía todo un símbolo de la ciudad a pie de playa, la también derruida discoteca Titus, como atracción principal.
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Homenaje en Youtube
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La televisión de Badalona le dedicó unos minutos de su informativo al derribo definitivo de “una de las discotecas más importantes de Europa en aquellos primeros 90: La catedral del techno”, para la joven presentadora que también anuncia que según el pleno del Ayuntamiento de abril de ese año en el solar se levantará una zona residencial con unos 700 pisos. Mientras hago unas últimas búsquedas que incluir al artículo leo que uno de los Dj de la discoteca, Albert Neve ahora remezcla a David Guetta y ha participado este año en el aparatoso festival Tomorrowland que es lo más entre los nuevos poligoneros europeos del siglo XXI. Leo también que otra discoteca costera con solera en los 80 como Louie Vega de Calafell también diseñada por el mismo arquitecto, Alfredo Arribas, está abandonada. Su alma reposa en el miso cielo. El de los sueños húmedos que al final se quedan en eso mismo. Sólo queda despegar una vez más.
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Fuente: http://www.clubbingspain.com/especiales/2014/11/gran-velvet-la-disco-de-los-1000-millones.html
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