Música a todas horas y a todo trapo. Sobredosis de piano. Esa es la versión de la vecina de Puigcerdà, Sonia B., que en el inicio del juicio de este lunes en la Audiencia de Girona acusó a la pianista Laia M. de tocar el piano hasta ocho horas y cinco días a la semana entre octubre de 2003 y septiembre de 2007. Hechos que la pianista (ahora profesional; entonces, estudiante) niega, pero por los que la fiscalía y la acusación particular solicitan una pena de siete años y medio de cárcel. Seis años por un delito contra medioambiente por contaminación acústica, y un año y medio más por otro delito de lesiones psíquicas. La defensa, en cualquier caso, solicita la absolución al considerar la denuncia totalmente desproporcionada.
Las versiones entre los acusados y la demandante fueron totalmente contradictorias. Tanto la pianista como sus padres —Luís M. e Isabel H., que se enfrentan a la misma pena porque se les considera cooperadores necesarios— han negado que tocara tantos días ni tantas horas. Además, han mantenido que hicieron todo lo posible para solventar esta situación, desde irse a ensayar fuera de casa a insonorizar la habitación e incluso el piano. También han asegurado que solo mantuvieron una conversación con la vecina, a modo de comentario o sugerencia, sobre este problema. No ha explicado lo mismo la denunciante, Sonia, que ha relatado que hasta en tres ocasiones fue a casa de los vecinos a intentar solventar el problema e, incluso, una de las veces la madre subió a su piso y le reconoció que se oía más el piano desde allí que desde su propio domicilio. En otra ocasión, relató, el padre tuvo que retener a su hija porque ésta intentó irle a pegar.
La tensión entre vecinos fue subiendo de tono durante los años y a medida que la vecina ponía quejas en el Consistorio y llamaba a la Policía Local de Puigcerdà para que hicieran mediciones de sonido para comprobar los decibelios. La pianista advirtió durante el juicio que considera “que todo este proceso es para hacerme daño”, aunque a preguntas de la fiscal no supo responder cuál sería el motivo. Además, señaló que su familia se había quejado de los ruidos que hacía el supermercado que tenían debajo de su piso, al tiempo que aseguró que el sonido del piano “podía ser que lo oyera, pero no es motivo de molestia”. No entiende lo mismo la denunciante, que asegura que tras cuatro años casi ininterrumpidos de sonido del piano, con decibelios más altos de lo permitido, sufre importantes secuelas. Así, según los médicos, la persistente música causó en Sonia una “lesión psíquica consistente en un trastorno adaptativo con síntomas de ansiedad reactivo al estrés ambiental de tipo auditivo”, lo que hizo que tuviera síntomas como alteración del sueño, nerviosismo, ansiedad, episodios de pánico e incluso problemas de gestación en los últimos meses del embarazo de su hijo nacido en 2006. Por todo ello, debió coger la baja laboral, pero solo pudo escapar del problema poniendo tierra por medio. En septiembre de 2007, la denunciante y su familia se trasladaron a vivir a Galicia porque ya no aguantaba más el ruido.
La pianista, que el viernes cumplirá 28 años, inició los estudios a los seis años, cuando sus padres le compraron un piano para que ensayara. Pero no fue hasta los 18, en 2003, cuando empezó a cursar en el conservatorio de Manresa, cuando empezó a tocar más asiduamente. La joven, que ahora es concertista profesional y cursa un máster en Italia, argumentó que no podía tocar los días que denunciaba la vecina porque estudiaba fuera de Puigcerdà. Sin embargo, la vecina ha relatado que a partir de esos años es cuando esta empezó a tocar más horas y con mayor intensidad —además de con un segundo piano, como reconoció Laia porque necesitaba un instrumento de mejor calidad—, por lo que el sonido alcanzó a todas las habitaciones de su casa.
No obstante, los tres acusados han declarado que para intentar minimizar las molestias, intentaron en 2005 insonorizar la habitación donde la pianista ensayaba. La insonorización, que según la denunciante nunca fue efectiva, la llevó a cabo el padre de Laia, que es fontanero, con un compañero y siempre asesorados por un técnico. Pero las denuncias siguieron y en 2007 contactaron con un especialista de Mallorca para insonorizar el piano, que acabó elevado y forrado, entre otras cosas, con unas mantas acústicas. Según la denunciante, hasta que en marzo de 2008 sacaron los pianos del piso porque se fueron a vivir a una casa que se construyeron alejada de la zona, no dejó nunca de oír las notas de este instrumento.
Además de la pena de cárcel, la fiscal pide para la pianista una inhabilitación para ejercer cualquier profesión que tenga que ver con el piano como instrumento musical durante cuatro años, una multa de 10.800 euros y una indemnización a cubrir entre los tres acusados de 9.900 euros. Laia, muy risueña, mostró su “confianza en la Justicia” y dijo que no se plantea la inhabilitación porque confía “plenamente en que será absolutoria”. El juicio, que está previsto que se alargue durante cuatro días, seguirá hoy con las declaraciones de agentes de la Policía Local de Puigcerdà.
Fuente: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/11/catalunya/1384184642_796144.html
Las versiones entre los acusados y la demandante fueron totalmente contradictorias. Tanto la pianista como sus padres —Luís M. e Isabel H., que se enfrentan a la misma pena porque se les considera cooperadores necesarios— han negado que tocara tantos días ni tantas horas. Además, han mantenido que hicieron todo lo posible para solventar esta situación, desde irse a ensayar fuera de casa a insonorizar la habitación e incluso el piano. También han asegurado que solo mantuvieron una conversación con la vecina, a modo de comentario o sugerencia, sobre este problema. No ha explicado lo mismo la denunciante, Sonia, que ha relatado que hasta en tres ocasiones fue a casa de los vecinos a intentar solventar el problema e, incluso, una de las veces la madre subió a su piso y le reconoció que se oía más el piano desde allí que desde su propio domicilio. En otra ocasión, relató, el padre tuvo que retener a su hija porque ésta intentó irle a pegar.
La acusada asegura ensayar menos días y horas, ya que estudiaba inicialmente en Manresa y, posteriormente, en Barcelona
La pianista, que el viernes cumplirá 28 años, inició los estudios a los seis años, cuando sus padres le compraron un piano para que ensayara. Pero no fue hasta los 18, en 2003, cuando empezó a cursar en el conservatorio de Manresa, cuando empezó a tocar más asiduamente. La joven, que ahora es concertista profesional y cursa un máster en Italia, argumentó que no podía tocar los días que denunciaba la vecina porque estudiaba fuera de Puigcerdà. Sin embargo, la vecina ha relatado que a partir de esos años es cuando esta empezó a tocar más horas y con mayor intensidad —además de con un segundo piano, como reconoció Laia porque necesitaba un instrumento de mejor calidad—, por lo que el sonido alcanzó a todas las habitaciones de su casa.
La fiscal pide además la inhabilitación para ejercer una profesión que tenga que ver con el piano durante cuatro años, una multa de 10.800 euros y una indemnización a cubrir entre los tres acusados de 9.900 euros
Además de la pena de cárcel, la fiscal pide para la pianista una inhabilitación para ejercer cualquier profesión que tenga que ver con el piano como instrumento musical durante cuatro años, una multa de 10.800 euros y una indemnización a cubrir entre los tres acusados de 9.900 euros. Laia, muy risueña, mostró su “confianza en la Justicia” y dijo que no se plantea la inhabilitación porque confía “plenamente en que será absolutoria”. El juicio, que está previsto que se alargue durante cuatro días, seguirá hoy con las declaraciones de agentes de la Policía Local de Puigcerdà.
Fuente: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/11/catalunya/1384184642_796144.html
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